El Gran Chaco Sudamericano tiene una superficie de alrededor de 1.100.000 km2. Un 50% se encuentra dentro de territorio de Argentina, el 15% en Bolivia y el 35% restante en Paraguay.

El Chaco argentino abarca 600.000 km2, un 22% de la superficie continental de este país, e involucra a diez provincias, ya sea total o parcialmente.

El Chaco paraguayo, con una extensión de 246.925 km2, representa el 60% de su territorio nacional, y en lo político y administrativo comprende a tres departamentos.

En Bolivia, el ecosistema chaqueño cubre un área de 127.755 km2, el 11,6% de su territorio nacional. Está fragmentado en lo político y administrativo en tres departamentos: Chuquisaca, Santa Cruz y Tarija. Comprende a su vez cinco provincias y 16 municipios.

Podemos clasificar este gran ecosistema en función a tres sub-zonas: Chaco Sub-húmedo, con precipitaciones que van desde 1200 a 700 mm; Chaco Semiárido, con 700 a 500 mm y Chaco Árido, con 500 a 300 mm. De este modo, el régimen pluvial es el principal factor para definir las regiones y las actividades productivas.

El Chaco americano es hábitat de muchos y diversos pueblos y una región biológica de una gran diversidad; después de la Amazonía, es la mayor área boscosa que queda en América del Sur. A pesar de la aridez de la mayor parte del territorio, hay más plantas comestibles por hectárea en el Chaco que en la selva pluvial amazónica.

Pero más allá de las características biofísicas de la región chaqueña subyace una realidad esencial: su diversidad y complejidad social y cultural.

En la región del Gran Chaco viven alrededor de cuatro millones de personas; cerca del 8% de esta población es indígena, y se encuentra distribuída de la siguiente manera: (i) en el Chaco paraguayo unos 40.000 indígenas, perteneciente a 13 etnias diferentes; (ii) en el chaco boliviano, viven unos 75.000 indígenas de cinco grupos étnicos; (iii) y en el Chaco argentino, unos 200.000 indígenas pertenecientes a nueve etnias.

Además de un mosaico muy rico de culturas indígenas, alrededor de 30 según algunos estudios, en el Gran Chaco históricamente han confluído, producto de procesos migratorios de diversos orígenes, comunidades humanas de origen europeo o proveniente de otras latitudes del continente americano.

El potencial productivo del Chaco es elevado, aunque el desarrollo económico ha estado tradicionalmente asociado con el uso extensivo de los recursos naturales, generando serios problemas de deterioro de los ambientes naturales, especialmente muy graves en el Chaco semiárido, donde existen procesos avanzados de desertificación, que se vinculan directamente con los elevados niveles de pobreza de la población.

El Chaco, junto con la Amazonía, son dos regiones en donde la expansión de la frontera agropecuaria ha generado deforestación, cambios de uso de suelo para la producción de comodities y biocombustibles, expansión de la explotación petrolera y una gran competencia por el acceso y uso del agua.